Se ha convertido en noticia relevante la polémica generada por determinas biografías recogidas en el Diccionario de la Real Academia de la Historia. Sobre todo ha sido la del dictador Francisco Franco Bahamonde realizada por el “historiador” Luís Suárez, al no atreverse a definirlo como dictador y dejarlo reducido a autoritario ya que participó en un “pronunciamiento militar fallido” que “desembocó” en una Guerra Civil tras el “desmoronamiento de la legalidad republicana”. Así que Franco no fue un golpista ni el franquismo un sistema “dictatorial”; tal calificativo prefiere reservarlo la Academia para el Gobierno republicano presidido por Juan Negrín.
Algunas perlas sobre Franco que aparecen en el diccionario de la RAH:
"Francisco Franco pronto se hizo famoso por el frío valor que sobre el campo desplegaba".
- "Una guerra larga de tres años le permitió derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores. Para ello, faltando posibles mercados, y contando con la hostilidad de Francia y de Rusia, hubo de establecer estrechos compromisos con Italia y Alemania".
- "Montó un régimen autoritario pero no totalitario".
Según declaraciones de Luís Suárez, “el régimen franquista no fue dictadura porque no dictó nada. Como también que no ha querido reflejar la represión del régimen franquista, porque eso es cuestión de la “Memoria Histórica”. No obstante quiero señalar que cada cual es libre de escribir lo que le parezca oportuno. Y si este “historiador” quiere hacer una biografía hagiográfica sobre uno de los mayores asesinos de la Historia, seguro que encontrará editoriales que se la publiquen, pero no debe hacerla la Real Academia de la Historia, que es financiada con fondos públicos. Es seguro que en Alemania o Italia una situación como la comentada no se hubiera producido, porque Hitler y Mussolini hubieran sido calificados como lo que realmente fueron. Aquí ha ocurrido porque el profesor Suárez, además de ser experto en Historia de la Edad Media, está vinculado a la Fundación Francisco Franco, es Presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, miembro del Opus Dei y perteneciente a una línea historiográfica vinculada con el franquismo. Tampoco se debería haber encargado la biografía de Manuel Azaña al profesor Carlos Seco Serrano, cuando el mayor especialista sobre el mayor político de la II República es Santos Juliá. Es obvio que encargar tales biografías a determinados historiadores con su trayectoria ideológica, iba a provocar más pronto que tarde la polémica que se ha levantado.
En otras latitudes, como en el Diccionario Biográfico Nacional de Oxford, el proceso de elaboración ha sido muy diferente. el profesor Lawrence Goldman, como editor principal ha dicho cuáles fueron los criterios: “Elegimos a personas que conozcan muy bien al personaje, e incluso si es posible que lo hayan conocido personalmente. Pero tenemos cuidado con que no sea alguien tan cercano al personaje como para perder la perspectiva crítica hacia él”. El objetivo es que hubiera un equilibrio entre los aspectos positivos y negativos del personaje histórico. “Animábamos a los autores a que fueran críticos con el personaje. Eso era muy importante. De otra manera, no quedaría reflejada toda su realidad”. Además tenía que pasar una serie de filtros, con sucesivas lecturas de diferentes especialistas académicos de reconocido prestigio internacional y capaces de decidir si el artículo era equilibrado y justo". Por tanto, cada artículo podía ser revisado hasta 14 veces. Tras 35 años de su muerte, en plena democracia, es lamentable que una institución como la RAH financiada con fondos públicos, haya permitido que aparezca una biografía de Franco totalmente dulcificada, en la que se ocultan todas sus atrocidades cometidas, como la represión indiscriminada durante y después de la Guerra Civil ejercida contra todo un colectivo de disidentes como nacionalistas, comunistas, socialistas, republicanos, ugetistas o cenetistas, muchos de los cuales pagaron con su vida, con años de cárcel, con expropiación de sus propiedades, con la imposibilidad de ejercer su profesión o el exilio.
No me quiero referirme en estas breves líneas a decir sobre si Franco fue autoritario o dictador. La cuestión está suficientemente zanjada por parte de la gran mayoría de los historiadores en cuanto a que fue una dictadura brutal. Sólo de algunos, nostálgicos del pasado franquista, pueden cuestionar esta tesis. La violencia contra la disidencia antes y después del final de la guerra civil fue la espina dorsal del régimen de Franco. Para todos aquellos olvidadizos, les recuerdo que la maldad del dictador iba hasta el extremo de no poner reparos cuando los nazis le propusieron despojar de la condición de prisioneros de guerra a los miles de republicanos españoles que se hallaban en su poder, accediendo de este modo a que fueran enviados de los stalags a los campos de concentración. Según Helen Graham, “Fue la negativa del régimen de Franco a reconocer la nacionalidad española de los prisioneros lo que abrió la vía de la deportación. En efecto, las autoridades nazis anunciaron su política el 25 de septiembre de 1940, durante la visita a Alemania del lugarteniente de Franco, Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior ( y en octubre de 1940, también de Asuntos Exteriores) y jefe de la Falange. Así los republicanos españoles fueron recluidos en los campos de concentración: Dachau, Oranienburg, Buchenwald, Flossenburg, Ravensbrück, Auschwitz, Bergen-Belsen, y, sobre todo, Mauthausen. En estos lugares murieron alrededor de 10.000 republicanos españoles”.
Y que podemos decir de los bebés y niños perdidos que fueron arrancados de sus madres encarceladas, a los que se les cambió el nombre para que pudieran ser adoptados por familias adictas al régimen. Varios millares de niños de familias obreras fueron ingresados en la inclusa, en hogares del Auxilio Social porque las autoridades no consideraban a sus padres aptos para educarlos.
Decenas de millares fueron ejecutados en asesinatos tras juicios militares sumarísimos. Cientos de miles de hombres, mujeres y niños encarcelados en reformatorios, cárceles, campos de concentración y batallones de trabajos forzados, en los que muchos de ellos murieron por malas condiciones sanitarias o alimenticias y palizas. Podemos conocer el tratamiento que recibieron en el siguiente testimonio: el director de la cárcel Modelo de Barcelona, Isidro Castrillón López hablaba así a los presos en abril de 1941: “Hablo a la población reclusa: tenéis que saber que un preso es la diezmillonésima parte de una mierda”.
La puesta en marcha de la Ley de Responsabilidades Políticas por la que muchos “rojos” fueron castigados con la inhabilitación, extrañamiento o destierro o sanciones económicas. A otros muchos maestros y profesores implicados en el proyecto republicano se les prohibió el ejercicio de su función docente. Cientos de miles debieron exiliarse para huir de las represalias. Podríamos seguir exponiendo más y más atrocidades del régimen franquista, que están ya documentadas por historiadores de prestigio como Paul Preston, Santos Juliá, Reig Tapia, Julián Casanova, Francisco Espinosa..
Cándido Marquesán